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‘Somos de las pocas familias que trabajamos todos juntos’

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Enriqueta Lechuga empezó “limpiando charolas” en la Panadería La Baguette, de la Villita, y terminó siendo la dueña. Hoy la familia maneja seis panaderías.

Isabella Romeu, Negocios Now

Emigró de su México natal a San Francisco, y de allí a Chicago, dispuesta a trabajar duro. Así que tocó las puertas del dueño de La Baguette Bakery, una panadería al lado del Arco de La Villita, sin sospechar que, años después, sería su dueña.

“Trabajé mucho. Como muchas mujeres inmigrantes empecé barriendo, limpiando, lavando charolas, incluso fui chofer, manejé una camioneta para distribuir pan. No tenía experiencia haciendo pan y pasteles”, recordó.

Con el tiempo, aprendió por el mismo dueño la administración del negocio. Entonces Ketty, como muchos le llaman, se hizo gerente de un turno, luego de dos turnos y adquirió una experiencia tal que cuando

‘Con todo gusto’

Gilberto, el propietario del negocio, abrió una nueva panadería, ella fue la persona escogida para supervisar la apertura y entrenar a los empleados.

“Recuerdo cuando Gilberto me preguntaba, ‘¿Puedes ayudarme a abrir una panadería nueva?’ Yo siempre respondía que sí, ‘con todo gusto’”.

De aquella química en el trabajo devino en una larga historia de amor de 15 años. Eventualmente Ketty se hizo socia del negocio y luego propietaria de la panadería de La Villita y de otra en la calle 43.

“Siempre quise tener un negocio propio”

“Gilberto tenía además otras dos panaderías, una en el norte y otra en sur, que manejaban sus hijas. Una de sus hijas me vendió la del sur”, dijo.

En realidad, Ketty siempre quiso tener un negocio propio, pero lo veía imposible -dijo- por mis tres niños y la falta de ‘papeles’. Yo era muy trabajadora y una madre soltera, luchando por sacar a mis hijos adelante”.

Cuando ya era propietaria de tres panaderías y pagaba a 20 empleados, Ketty vio más oportunidad para adquirir otras panaderías y pidió a sus hijos que “le entraran” al negocio. Hoy la familia tiene seis panaderías y dos restaurantes.

“Yo antes no tenía esperanza”

“Estoy muy orgullosa de mis hijos, feliz de que a ellos les gustara mi negocio. Les digo que debemos estar agradecidos, porque somos de las pocas familias que estamos todos juntos trabajando y unidos. Eso es lo que más me gusta”, dijo.

“Yo antes era una mujer que no tenía esperanza. Sentía que trabajaba mucho y que no iba a salir adelante. Pero con Gilberto, aprendí que no puedes gastar más de lo que tienes. Y cuando aprendes esto, aprenderás cómo ahorrar tu dinerito. Sí lo puedes lograr”.

   Con el patrocinio de Wintrust, el Banco de Chicago