Lets save Latino Businesses

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Cuando Alicia Ponce recibió una llamada de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC por su sigla en inglés) para participar en una campaña a favor de las pequeñas empresas, no lo pensó dos veces. La dueña del despacho de arquitectura AP Monarch, con sede en Chicago, dijo que sí rápidamente, porque, según ella, “todavía no nos hacen caso”.
Bajo el nombre de Let´s save Latino businesses, la campaña en cuestión tiene que ver con la situación que se ha creado en torno a la distribución de los fondos destinados a los pequeños negocios afectados por la pandemia del COVID-19, pero que, mayormente, solo han llegado a las empresas más grandes.
Según Ponce, el concilio de LULAC lanzó la campaña para mandarle una carta al Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, [ya que] “se distribuyó mucho dinero a compañías grandes [mientras] se siguen perdiendo pequeñas empresas. Entonces, me invitaron a la campaña y les dije: “Claro que sí, vamos a abogar por los negocios pequeños”.
La presidenta de AP Monarch nos cuenta que, en su caso en concreto, “desde que empezó la situación de Quédate en casa, la transición no fue problema porque somos pequeños y pudimos hacerla muy fácil”. Sin embargo, subraya, “no sabíamos que iba a durar tanto”.
Como clienta del banco Fifth Third y en referencia al Paycheck Protection Program (PPP), relata que su experiencia no fue buena, pues le tomaron la información por teléfono y no la volvieron a llamar. Mientras tanto, ella seguía pagando la renta de la oficina, los billes y a sus empleados. Poco después, escuchó en las noticias que ya no había fondos.
Desafortunadamente, Ponce no es la única que ha pasado un trago amargo con el PPP. Para el dueño del restaurante La casa de la barbacoa, el mexicano Juan José Monroy, también ha sido una odisea solicitar esa ayuda que le permitiría mantenerse operativo, al menos durante un tiempo.
Según contó a Negocios Now, fue con su contador, aplicó con Chase, pero no recibió ninguna notificación. Ahora me dicen [en el banco] que no tienen ningún préstamo [para pequeñas empresas], que el único préstamo que tienen es para compradores de casa por primera vez”.
Aparte de la frustración que ha sentido en este proceso, Juan José se ha enterado de que la ayuda federal sí ha llegado a grandes empresas. “Al parecer, le están dando prioridad a las compañías grandes. Hasta $20 millones han recibido algunas, cuando se supone que le deberían dar prioridad a los pequeños negocios. De los que conozco, asegura, a ninguno les ha llegado ni un centavo”.
Con respecto a la segunda ronda de presupuesto federal para los pequeños empresarios, Juan José alberga la esperanza de que “esta vez nos toque a nosotros”. A pesar de que se mantiene operando, haciendo deliveries, apunta que “hay días que no vendemos ni $30 dólares”.  Y sería una lástima que su restaurante se viera obligado a cerrar, luego de 20 años deleitando a los comensales con su especialidad (barbacoa de borrego y consomé) y dándole trabajo a unos 10 empleados.
Unidos por salvar a los pequeños negocios latinos, tanto Alicia como Juan José esperan que las entidades federales pertinentes tomen acción para cambiar el panorama que se cierne sobre las pequeñas empresas hispanas, de lo contrario, muy a su pesar, muchas de ellas se verán forzadas a desistir.