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Prado & Rentería: una amistad que cuenta

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Más que una amistad, María Prado e Hilda Rentería tejieron una fuerte amistad de negocio con un sello único en el emprendedor Chicago latino.


Por Víctor R. Pérez

 

CHICAGO — Cuando María Prado e Hilda Rentería se asociaron para montar una firma de contadores certificados, su primer cliente fue el Distrito de Parques de Chicago.

 

Pero después esa auditoría de mes y medio en 1990, lograda gracias a un contrato para minorías, Prado & Rentería (P&R) tenía cero clientes.

 

“Nos preguntamos, ‘¿Y ahora qué? ¿Qué vamos a hacer?’”, recuerda María. “La respuesta fue: hay que hacer planes de marketing”.

 

Eso significó elaborar presupuestos, hacer llamadas, sostener reuniones. “Jamás estudié marketing en la universidad”, confiesa María. “Esa fue mi primera clase de marketing”.

 

Ese “qué vamos a hacer” ante aquel primer reto de hace 23 años hasta el más reciente, ha convertido a P&R en la firma de contadores certificados hispana más grande de Illinois.

 

“Algo que definitivamente nos ha ayudado es intentar cosas nuevas. Si algo no está funcionando, nosotros no buscamos culpables; buscamos soluciones”, dice María.

 

P&R cuenta ahora con un personal de 20 miembros, tiene clientes como organizaciones no lucrativas, agencias gubernamentales y grandes corporaciones; y ha formado a profesionales que ahora ocupan puestos claves en el sector público.

 

La firma empezó con tan solo “una persona y media”.

 

“Yo estaba (trabajando) a tiempo completo, y sin sueldo”, dice María, sentada junto a Hilda, en la sala de juntas de P&R en el 1837 S. Michigan Ave.

 

“Y yo estaba a medio tiempo, con sueldo… pero de otro empleo”, dice entre risas Hilda, aclarando que en ese momento ella trabajaba a tiempo parcial en First National Bank of Chicago.

 

El buen humor y la tenacidad de las socias armonizan con la decoración de la oficina de P&R cuyas paredes lucen un calendario azteca, cuadritos de típicas plazas de la provincia mexicana, alcatraces y tonos de amarillo como sacados de un cuadro de Diego Rivera.

 

Estos detalles parecieran contar la historia de la amistad y la sociedad entre Prado y Rentería, quienes se conocieron a mediados de los ochenta cuando estudiaban contabilidad en la Universidad de Illinois en Chicago (UIC).

 

“Teníamos clases juntas y estudiábamos juntas en la biblioteca”, recuerda Hilda.

 

Pero las coincidencias rebasaban el campus universitario.

 

“Las dos habíamos llegado de México; las dos hablamos español; las dos entendíamos la cultura mexicana. Todo eso nos identificó”, explica Hilda, quien a los 16 años emigró con sus padres de Ocotlán, Jalisco, a La Villita.

 

Lo anterior la convirtió en vecina de María, quien vivía en Pilsen tras llegar a Chicago a los 12 años procedente de Jaripo, Michoacán.

 

Durante su época de estudiantes, María e Hilda también viajaban en grupo a destinos mexicanos. Estos viajes resultaron reveladores.

En una de esos travesías a Puerto Vallarta, Hilda descubrió cuán intrépida podía ser su amiga. “Descubrí el espíritu aventurero de María. Si alguien del grupo sugería hacer algo atrevido, ella era la primera en querer hacerlo”, dice Hilda con una sonrisa pero sin entrar en detalles.

 

En otro viaje que hicieron a Ocotlán, María se percató “del gran aprecio entre Hilda y sus abuelos” maternos. ‘Descubrí la conexión tan fuerte que ella (Hilda) tenía con sus abuelos”, recuerda María, visiblemente conmovida.

 

EL PASO POR FIRST NATIONAL BANK OF CHICAGO

 

Al egresar de UIC en 1987, dio la casualidad de que ambas empezaron a trabajar en el mismo banco.

 

María e Hilda eran las dos únicas latinas entre las 100 personas que trabajaban en el Departamento de Auditorías Internas del First National Bank of Chicago.

 

“Haber sido contratadas fue algo muy grande. Los demás compañeros en ese departamento eran en su mayoría blancos, y había algunos afroamericanos”, rememora María sobre el banco de las calles Dearborn y Monroe, y que ahora es propiedad de Chase.

Ambas estuvieron entre las 30 personas que First National contrató en 1987. Al cabo de un año, el banco reconoció a sólo cuatro personas de ese grupo — Prado y Rentería fueron dos de ellas.

 

CÓMO SURGIÓ PRADO & RENTERIA

 

Fiel a su espíritu aventurero, María aceptó el reto de empezar su propia firma de contadores certificados tan pronto como se le presentó la oportunidad en 1990.

 

Atribuye esta oportunidad a Carolina Sánchez Crozier, propietaria una consultora de computación. Sánchez Crozier quería apoyar la firma de contadores pero sin descuidar su consultora.

 

“Fue ella quien identificó la oportunidad de un contrato con el Distrito de Parques de Chicago”, dijo María.

 

Y para esta aventura  Prado pensó en Rentería, quien aún trabajaba en First National Bank of Chicago.

 

“Me atrajo la idea de hacer algo difícil. Yo llevaba tres años en el banco y no tenía compromisos económicos grandes. Así que acepté”, explica Hilda.

 

Luego del Distrito de Parques, instrumentaron el plan de marketing para atraer a clientes.

 

“No fue fácil. El proceso fue muy despacio. Parecía que los contratos no iban a llegar nunca”, recuerda Hilda.

 

La gran oportunidad llegó a través de Arthur Andersen, entonces una de las cinco firmas de contadores más importantes de EEUU.

 

“Ellos nos dieron la oportunidad de probarnos con un subcontrato de dos semanas para una hacer auditoría en las Escuelas Públicas de Chicago (CPS)”, dice María.  Superaron la prueba con creces.

 

“Arthur Andersen nos ayudó bastante. Nos dieron subcontratos y nos apoyaron con referencias”, dice María.

 

Pero mientras Arthur Andersen cayó en desgracia tras el escándalo Enron de 2001, P&R se consolidó en el ramo. Ahora los proyectos que P&R por lo general acepta son contratos para hacer auditorias que duran un promedio de uno o dos meses, explica Hilda.

 

“La clave del éxito es la credibilidad”, asegura Hilda. “Hay que tener un sentido de calidad profesional y tener en cuenta las necesidades del cliente”.

 

PROGRAMA DE DESARROLLO

 

Para ayudar a que funcione el negocio de sus clientes, P&R recién ha instrumentado un programa de desarrollo para preparar a su personal en áreas técnicas y no técnicas.

 

“El programa es más bien holístico”, explica Hilda. “Tomamos en cuenta el desarrollo profesional y personal de nuestros auditores”.

 

“El programa surgió cuando platicábamos con los mánagers sobre el desempeño de los auditores. Veíamos las limitaciones pero sin hablar de la experiencia (personal) de la persona evaluada”, prosigue. “O sea, ¿qué sabemos de este auditor que le impide alcanzar sus metas profesionales?”

 

De acuerdo con Prado, el programa se enfoca en la persona, quien cuenta con un mentor en su mánager para concretar sus objetivos profesionales y personales.

 

“Les estamos ofreciendo un espacio a nuestro personal para relacionarnos mejor, para conseguir un desempeño más efectivo, para rendir frutos”, dice Hilda.

 

María se apresura a aclarar que con este programa, “elevamos al personal al mismo nivel que el cliente. El cliente y el personal son primero”.

 

PROYECTO JUBILACIÓN ‘ADELANTADA’

 

A sus respectivos 49 y 50 años, Prado y Rentería ya están planeando su jubilación “adelantada”.

 

“Queremos que la firma siga creciendo con las nuevas generaciones”, dice María. “Ya estamos preparando a quienes eventualmente tomarán las riendas, ¡pues ya nos tardamos en jubilar!”, dice soltando sonora carcajada.

 

Y mientras el retiro llega, Hilda sigue compartiendo la tenacidad de su socia como el primer día: “Nuestra meta ha sido sostener la firma, y yo sé que María está 100 por ciento enfocada en eso, al igual que yo”.