Luis Alcalá: El adiós al empresario “vaquero” de Chicago

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Cuando sus hijos lo visitaban en la estancia de ancianos, don Luis A. Alcalá les preguntaba: “¿Y cómo va el negocio?”
Se refería a Alcala’s Western Wear de Chicago, la tienda que él fundó en 1972 y cuyas novedades en botas y ropa vaquera parecieran ser máscodiciadas que los mismos premios Grammy por monstruos sagrados de lamúsica mundial como Vicente Fernández, Robert Plant de Led Zeppelin,
Ozzy Osborne de Black Sabbath y Steven Tyler de Aerosmith. Todos ellos han pisado este comercio de West Town para hacer sus compras entre una selección de 5 mil sombreros y 8 mil pares de botas.
“Aunque mi papá ya estaba retirado, siempre quería estar al tanto”,recuerda Ricardo Alcalá, quien junto a su hermano Roberto Alcalá opera la tienda en 1733 W. Chicago Ave.
“Yo siempre le respondía: ‘Vamos muy bien, papá. Las ventas a veces no suben, pero tampoco bajan. Están estables. Hay que entender que la economía está un poco dura y que la gente tiene poco trabajo'”, dice Ricardo.
E invariablemente, agrega, su padre le contestaba: “Cuiden el negocio. Cuídenlo porque de esto comen ustedes”.
Tomando a pecho las palabras de su padre, los hermanos Alcalá no solamente lograron superar la Gran Recesión, sino también lograron consolidar a Alcala’s Western Wear como el líder del ramo en el Medio Oeste. “Es el mejor consejo que nos dio mi padre”, afirma Ricardo.
El martes 21 de enero, don Luis A. Alcalá falleció a los 92 años en lacasa de retiro Norwood Crossing de Chicago. Había nacido en El Mezquite, un pueblo situado en las montañas de Durango, en el noroestede México.
A finales de la década del cuarenta Alcalá emigró a Mississippi para trabajar pizcando algodón. Luego viró hacia Chicago donde conoció a su futura esposa Carmen, de Zacatecas, México. Juntos procrearon 11
hijos.
Durante la semana, don Luis trabajaba en fábricas. Los domingos vendía
mercancía tan diversa (escobas, llantas de carro) como sus clientes
(afroamericanos, asiáticos) en “La Garra” original de Maxwell Street,
considerado el más grande bazar callejero de EEUU del siglo XX.
“Así empezó mi padre como comerciante”, dice Ricardo.
En 1972 Alcalá abrió su primera tienda en el barrio South Chicago bajo
el nombre de Alcala’s Men’s Store. El negocio vendía desde trajes,
corbatas y pijamas hasta botas de trabajo y overoles.
Pero como el negocio estaba aparroquiado por los obreros de la vecina
U.S. Steel, al escasear el trabajo en esta fundidora de acero Alcalá
tuvo que mudar su negocio a West Town en 1974.
Durante el resto de la década de la música disco, don Luis cautivó a
sus clientes con prendas de poliéster, pantalones acampanados y, sobre
todo, con una atención personalizada.
Pero en los ochenta, don Luis se vio obligado a retirarse.
“Él estaba un poco enfermo”, explica Ricardo. “El doctor le dijo,
‘Cuídate porque tienes tantas presiones de trabajo que te puede dar un
infarto'”.
Así pues, don Luis decidió dejar a sus hijos al frente del negocio que
marchaba bien.
Acompañado de doña Carmen, hizo maletas y se jubiló en México. Durante
algunos años vivieron en Toluca (Estado de México), después en
Acapulco (Guerrero), Cuernavaca (Morelos), para terminar en el estado
de Durango.
“Mi papá se dio la gran vida en México”, dice Ricardo.
En 1999 muere doña Carmen y don Luis termina radicándose
definitivamente en Chicago.
CAMBIO DE ROPA
Tras tomar las riendas del negocio, Ricardo vio que cada vez más
clientes llegaban a preguntar si vendían botas, texanas, camisas
vaqueros. Entonces decidió hacer la prueba y vender estos artículos en
un palmo de la tienda.
¿El resultado? “Un éxito rotundo”, dice.
“Las tiendas de vestir no eran algo único, ni eran algo exclusivo. Y
cuando empezamos a vender ropa vaquera, eso no era algo común”,
agrega.
Para los caballeros contagiados por la popularidad de la música
country de aquellos días, Alcala’s era el lugar correcto para
ataviarse y calzarse de vaquero.
La demanda de esta mercancía fue tal, que Ricardo habló con su padre,
quien ya disfrutaba de su jubilación, para consultarle un cambio
radical: convertir a Alcala’s Men’s Wear en Alcala’s Western Wear. Es
decir, adiós trajes de calle; hola ropa vaquera.
“Me padre me dijo: ‘Yo no estoy de acuerdo. Pero sé que de todas
formas lo vas hacer'”, recuerda Ricardo.
“Yo le contesté: Papá esto deja y aquello no deja. Estoy seguro de que
este negocio va a funcionar porque me consta'”, agrega.
Al final, don Luis aprobó el cambio siempre y cuando sus hijos
cuidaran el negocio, “porque si no se acaba” por más exitoso que este
sea.
“Se refería a la mala administración. Hay familias que tienen negocio
porque el papá es el fundador. Llegan los hijos al negocio y sacan
dinero; llega otro hijo y también saca dinero; llega otro y dice,
‘Dame mil dólares’. Y al último el negocio truena porque nadie lo
cuidó y todos quisieron meter la mano”, explica Luis.
Su padre también insistía en atender bien al cliente, sin importar que
este fuera el hombre de a pie o una celebridad acostumbrada a caminar
por alfombras rojas. O sea, hay que tratar bien al cliente para que
este vuelva. Como Vicente Fernández.
“La última vez que vino fue hace tres años y compró texanas y
chamarras de piel”, recuerda Ricardo sobre este ícono de la música
vernácula mexicana. “Es una muy buena persona”.
Otro buen cliente ha sido el roquero británico Robert Plant, quien el
verano pasado descubrió las guayaberas en Alcala’s Western Wear.
“Me preguntó, ‘¿Qué tan fresca es esta camisa?'”, dice Ricardo. “Le
expliqué que era bastante fresca, que se usa en climas tropicales. Se
llevó la guayabera, camisas y botas. Pero creo que la guayabera fue su
mejor compra porque la usó para actuar en Taste of Chicago y ese día
hacía mucho calor”.
En ambos casos, Ricardo reconoce que sólo siguió el ejemplo que don
Luis le dio, dentro y fuera del negocio familiar.
“Mi papá era un hombre muy sencillo y muy trabajador”, recuerda
Ricardo. “Y era muy creyente de que el cliente siempre es primero.
Decía, ‘Mientras se pueda, se va a hacer'”.
A don Luis le sobreviven 10 de sus hijos procreados con doña Carmen:
Carmen, María, Lupe, Loui, John, George, Jesse, Refugio, Ricardo y
Roberto. Otra hija, Christina, le precedió en muerte. Igualmente, le
sobreviven tres hijos de un matrimonio anterior: Malena, María Refujio
y Luis Arce.