Los testamentos de Jenny Pedroza

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Hacer un testamento es más que estipular la repartición de bienes; es, de hecho, un plan de vida contra eventualidades.

Con 13 años de experiencia como abogada, Jenny Cruz Pedroza se especializa en planes de sucesión de empresas, lo cual incluye testamentos y fideicomisos.

Desde su oficina en el 8544 S. Cícero  y en Oak Brook ayuda a quienes tienen una empresa o un patrimonio a elegir un plan para la transferencia de propiedad en caso de muerte o accidente.

Pero la oriunda de Chicago no siempre estuvo en este campo.

“Durante mi época en la universidad trabajé en un bufete especializado en propiedad intelectual”, recuerda Pedroza, quien se graduó de la escuela de leyes de John Marshall Law School de Chicago en 2001.

‘Me comunicaba con otros abogados de todo mundo para hablar sobre los portafolios de trademark (propiedad intelectual)”, agrega.

En 2005 abrió su propio bufete, donde atendía casos tan variados como corporaciones y derecho en bienes raíces.

Pero un día, decidió formar una familia y empezó a trabajar tiempo parcial.

No fue sino hasta hace tres años, cuando ayudó en calidad de consultora a una colega, que Pedroza volvió a ejercer la abogacía a tiempo completo.

Se trataba de ayudar a su colega con unos contratos empresariales.
“Ví que había una necesidad muy grande. Como la abogada no hablaba español, ella no servía a esta comunidad (hispana)”, dice Pedroza.

“Hay muchos empresarios latinos. ¿Qué pasa si le sucede algo al dueño de la empresa? ¿Si muere sin ningún plan? Ocurre un desastre. Se pierde mucho dinero. El patrimonio involucrado se va en pleitos legales”, explica.

“Hay leyes de Illinois que controlan el patrimonio si uno muere con o sin testamento”.

De acuerdo con datos del ramo, el número de blancos que planean la sucesión patrimonial supera con creces el de afroamericanos y latinos.

Mientras que el 52 por ciento de los adultos blancos carecen de testamento, sólo uno de tres afroamericanos adultos y uno de cuatro hispanos adultos sí tienen uno, según un sondeo de Harris Interactive, empresa del grupo Nielsen.

“Hay latinos que tienen bienes que proteger empresarios, ejecutivos, maestros. Es cuestión de educarlos”, señala Pedroza. “Yo les propongo las opciones. Ellos deciden”, agrega.

 

De acuerdo con la abogada, el precio de no hacer un testamento o fideicomicio puede resultar hasta tres veces más caro que los honorarios que ella cobra, además del tiempo.

“Hubo un caso en el que murió un señor que tenía un patrimonio valuado en 120 mil dólares. Como murió sin plan (de sucesión), el caso se tardó un año para poder hacer la transferencia de propiedad”, recuerda.

“Para evitar eso, yo ayudo a planear un poquito para que descansen en paz”, añade.

Eso incluye reunirse con el cliente cuántas veces sean necesarias hasta que éste comprenda plenamente los planes de sucesión.

“En una ocasión, fue necesario hacer tres citas con un cliente y su familia para explicarles a fondo en qué consistía el plan de sucesión”, cuenta Pedroza.

“El señor tenía que saber en qué estaba invirtiendo. Al final, estaba contento porque entendió la importancia del plan y se sintió bien de dejar una propiedad a cada uno de sus tres hijos y otra a su esposa”, agregó.

Los planes de sucesión también sirven en caso de accidente.

“El dueño de un negocio puede quedar incapacitado, digamos, por un choque. Si el dueño (o dueña) no tiene un plan, entonces la ley de Illinois establece que tanto la esposa como el esposo e hijos pueden manejar el negocio”, dice.
Lo anterior, en algunos casos, no necesariamente podría corresponder a los deseos de la persona incapacitada, explica.

“Un plan de sucesión, entonces, es una inversión en caso de accidente”, dice.

Afirma que, en su experiencia, las mujeres y las hombres con negocios son igual de previsores cuando se trata de hacer planes de testamento.

“La proporción es 50-50. Pero las mujeres son más receptivas, sobre todo si hay una necesidad”, matizó.