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Los siete Díaz que triunfan con Seven-D

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De cómo siete hermanos construyeron una empresa con la herramienta del pragmatismo, un apetito voraz de salir adelante y muchísima perseverancia.
Por Clemente Nicado, Publisher & Editor Jefe
  Todo empezó en una cena entre hermanos que se quejaban de sus patrones, que no pagaban lo suficiente y que ni siquiera tenían beneficios, como seguro médico y pensión.
  Allí mismo brotó una idea unánime: vamos a trabajar por nuestra propia cuenta, abrir nuestra empresa. Fue la última cena con el fantasma del patrón alrededor de sus vidas.
   Seis hombres y una mujer con el mismo apellido, la misma sangre y la mismas ganas de triunfar, decididos a construir con su propio sudor un horizonte más promisorio para ellos y sus familias.
   Eufóricos por la decisión, empezaron a buscar de inmediato un nombre para la empresa que encerrara aquella decisión familiar de dibujar su propio destino. Y en una tormenta de cerebro pasaron de “Siete Díaz”, a este más corporativo: “D-Seven”.
  Era el inicio de un largo y escabroso camino hacia el éxito empresarial. Porque no había dudas de que los hermanos varones Díaz sabían como maestros hacer trabajos de concreto, asfalto y de drenajes, lo mismo que harían bajo la sombrilla de D-Seven. Era 1995.
  Pero ninguno de los hermanos conocía el trabajo administrativo para registrar oficialmente la corporación. Así que pidieron consejos y ahí mismo empezó su primera pesadilla.
   “Nos recomendaron un contador que nos timó, recuerda Javier Díaz, CEO de la compañía. “Juntamos con mucho sacrificio $50,000 como capital inicial para empezar la empresa. El contador empezó por pedir $5,000 y, junto con un abogado, terminó consumiendo todo el dinero para finalmente registrar la corporación como D-Seven”, explicó.
   Los Díaz no se amilanaron y comenzaron a reunir otros $50,000, mientras D-Seven buscaba nuevos proyectos por toda la ciudad, con los habituales tropiezos de una empresa recién nacida. Un año más tarde, el contador regresa con otra noticia desagradable.
   “Nos dijo que la empresa no había sido renovada, que había que reiniciar el proceso. Y para colmo de males, no podíamos usar el mismo nombre”, afirma el empresario.
  Los hermanos Díaz tomaron el toro por los cuernos, no volvieron a contratar al contador y registraron ellos mismos la compañía bajo el actual nombre, Seven-D. “Nos costó $285 y nos entregaron el mismo libro por el que pagamos $50,000”, dijo con una amplia sonrisa.
   Los primeros años fueron tan duros como el concreto. Melania, en la oficina encargada de la parte administrativa; y solo dos hermanos en el terreno, evaluando, haciendo estimaciones, buscando oportunidades. La maquinaria de los Díaz operaba con sólo tres de los siete hermanos, porque “no había ni trabajo ni capital”.
  Originarios de Michoacán, los Díaz son en realidad 11 hermanos, cuatro hembras y siete varones. Javier emigró primero y luego cruzaron los demás tras las huellas del líder.
La clave de la perseverancia
 Seven-D empezó haciendo trabajos de ajustes de estructuras, y luego de concreto y asfalto para pasar a realizar labores de jardinería y faenas subterráneas, como drenaje.
  “Ha sido un constante aprendizaje, una evolución, viendo  en qué áreas hay mejores oportunidades y comprando equipos para satisfacer las necesidades de los trabajos en el terreno”, dice Javier.
  Si bien ha sido el timón en este crucero llamado Seven-D, Javier atribuye el éxito de su compañía  a la participación de todos los miembros de la familia. “Hemos sido unidos, todos tenemos una función que desempeñar y un interés común: la familia y el negocio”.
  Pero hay otro atributo que quizás defina mucho mejor el éxito de Seven-D: la perseverancia.
  Javier pone de ejemplo su relación con Peoples Gas, una compañía para con la cual ha realizado trabajos de restauración por toda la ciudad, de asfalto, parches de concreto y otras labores.
   “Cuando empezamos no pudimos trabajar con Peoples Gas porque no estábamos listos para ello, pero perseguimos la cuenta por 20 años y hoy trabajamos con ellos, como una empresa de minoría. Sí, somos muy persistentes”,dijo.
   “Peoples Gas nos ha permitido expandirnos y también nos ha ayudado, junto con otros clientes como la Ciudad de Chicago, a abrir muchas puertas para seguir creciendo”, apuntó.
   La perseverancia tiene en este hombre un monumento colosal. Años atrás, una chofer irresponsable se llevó la luz roja e impactó  terriblemente el vehículo de Javier que casi pierde la vida y le dejó una huella en su salud.
   La medicina y una voluntad de acero se unieron para que el líder de Seven-D se recuperara y siguiera construyendo con sus hermanos una empresa de notable reputación, a la vez que busca ayudar a otros colegas de su industria.
    Hace 17 años Javier empezó a involucrarse en organizaciones como la Asociación Hispano Americana de Construcción y la Industria de Illinois (HACIA), de la que ha servido de presidente y vicepresidente ejecutivo.
    “Queremos ayudar a nuevas generaciones, buscar nuevas ideas, nueva sangre, nuevas voluntades, nuevas intenciones. Tengo mucho que agradecerle a HACIA porque nos ha abierto las puertas para presentarnos como lo que somos, una empresa eficiente.
  Porque Seven-D es una empresa -dice- con dos prioridades: seguridad y calidad. “Son las dos cosas que nos exigimos más. Es bonito terminar todas las obras a tiempo, pero nunca comprometemos la seguridad y la calidad. Para nosotros, son dos palabras sagradas”.