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Los Cachorros de Chicago entierran la maldición

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En una épica batalla, los Cachorros de Chicago ganan la Serie Mundial al derrotar a los Indios de  Cleveland 8×7 en un memorable partido.

Redacción y EFE

Cleveland.- Fue el final de una fascinante película de Grandes Ligas, con suspenso, tensión y un dramatismo que puso a prueba el pulso cardiaco de toda una ciudad, que hoy disfruta con delirio una victoria esperada por más de un siglo.

 Un script que jamás habría sido imaginado por un ilusionista, una justa que envolvió a millones con el hechizo del deporte de las bolas y los strikes.

 En una noche mágica, los Cachorros de Chicago sepultaron, por fin,  107 años de agónica espera y la  famosa Maldición de la Cabra.

 Hace solo unos días, parecía que  Cleveland se  bebería todo el champagne de la gloria, pero un Chicago con pundonor y mucha hambre de triunfo les arrebató el título en la propia casa, en el mismísimo estadio de Progressive Field.

 La verdad es que cuando partieron a tierras de Ohio, muchos pensaron que los “Cubs” estaban asistiendo a su propio funeral. ¿Cómo iban a remontar un resultado adverso de 3 juegos perdidos y uno ganado, en casa del enemigo, lejos de sus entusiastas fanáticos?

  Y allá, desde el primer inning, sacaron sus garras y doblegaron 8-7 a los Indios, en un partido que abrió con un jonrón y mantuvo a los fanáticos de ambos equipos al borde un infarto a lo largo de 10 entradas. Sufrido final feliz.

  El equipo de Chicago, que durante la temporada regular fue también el mejor al conseguir 103 victorias –nueva marca de equipo–, le quiso dar suspense y dramatismo a la eliminatoria decisiva. Estuvo abajo 1-3 para luego completar la histórica remontada con tres victorias consecutivas.

Se convirtió también en el sexto en la historia de las Grandes Ligas que con una desventaja de 1-3 en la serie consiguen enfrentar la adversidad y ganar con tres triunfos consecutivos, incluidos los dos últimos logrados en tierra ajena, y el último equipo que había logrado esa hazaña fueron los Piratas de Pittsburgh Pirates en 1979.

Hace más de tres décadas, el último equipo que lo había conseguido fueron los Reales de Kansas City en la Serie Mundial de 1985.

Nada más concluir el dramático partido y quedar definido al nuevo campeón de la Serie Mundial, los libros de apuestas de Las Vegas ya daban a los Cachorros como los favoritos a revalidar el título el próximo año.

De momento, lo que sí consiguieron los Cachorros fue acabar con una espera de más de un siglo sin tener el título del “Clásico de Otoño”, que habían ganado por última vez en 1908. Un cartel definía todo el amor de sus fans: “Todo está perdonado”.

“Es algo maravilloso lo que hemos conseguido este año”, declaró el jardinero izquierdo Ben Zobrist, que pegó en doblete impulsador de la carrera que rompió el empate en la pizarra (6-6) y recibió el premio de Jugador Más Valioso (MVP) de la Serie Mundial. “Todo el equipo supo reaccionar en los momentos complicados y jugamos un gran béisbol en el séptimo partido”.

El corredor emergente de origen cubano Albert Almora Jr., con un doblete impulsador de Zobrist contra el relevista Bryan Shaw, anotó la carrera de la ventaja y otro emergente, el venezolano Miguel Montero pegó sencillo que llevó al primera base Anthony Rizzo a la registradora para el 8-6. Esa sería al final la carrera de la victoria.

Los Indios fueron un rival insumiso: reaccionaron con anotación del bateador emergente Brandon Guyer, al aprovechar el sencillo impulsador del jardinero central Rajai Davis contra el relevista Carl Edwards, que tenía dos “outs” en la pizarra.

El relevista zurdo Mike Montgomery (1-0) le quitó la pelota a su compañero y se encargó de sacar el último “out” del partido. Forzó una rola por tierra del emergente dominicano Michael Martínez a la tercera base, allí lo esperaba Kris Bryant que mandó a tiempo la pelota a Rizzo y se quedó con el rescate.

La victoria fue para el relevista cubano Aroldis Chapman (1-0), que trabajó una entrada y un tercio, cedió tres imparables, incluido jonrón de dos carreras, no dio bases por bolas y ponchó a dos bateadores rivales.

“Era mi gran sueño conseguir el título de la Serie Mundial y aunque sentí una gran frustración con el jonrón que concedí siempre tuve confianza en que podía hacer mi trabajo y lo mismo el resto de compañeros”, declaró Chapman, que llegó a los Cachorros el pasado agosto en traspaso que hicieron los Yanquis de Nueva York.

El bateo de los nuevos campeones de la Serie Mundial estuvo encabezado por el jardinero central Dexter Fowler, el segunda base puertorriqueño Javier Báez y el receptor David Ross que pegaron sendos jonrones solitarios.

Ross, de 39 años, que pudo haber jugado su último partido con los Cachorros, se convirtió en el pelotero de mayor edad que pegó jonrón en una Serie Mundial.

“Será algo inolvidable todo lo que hemos vivido esta temporada y la manera como la concluimos, más equipo que nunca, luchando y sintiendo siempre que podíamos ganar”, declaró Ross.

Después de lograr su último título del “Clásico de Otoño” en 1908, los Cachorros habían estado en varias Series Mundiales, pero la última fue en el lejano 1945, sin poder conseguir la victoria final: habían pasado 71 años.

Por fin, después de dejar atrás la “Maldición de la Cabra” -lanzada por aquel tabernero a quien no dejaron entrar al estadio con su maloliente animal-, la presencia de gatos negros en el campo y las acciones desafortunadas de aficionados que capturaron pelotas decisivas, los Cachorros demostraron en el campo ser el equipo en toda la línea.

 Los Indios habían jugado por última vez la Serie Mundial en 1997 y la habían ganado en 1948. También han construido así su propia historia, muy meritoria, pero solo hay una corona y un campeón. ¡Salud Chic