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La Criolla hace ajustes y sigue sazonando

La Criolla hace ajustes y sigue sazonando
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La empresa basada en Alsip, al sur de Chicago, ajusta su estrategia para enfrentar los problemas en el suministro.

Negocios Now

Luego de esquivar con acierto el golpe de la pandemia,, Inc. se enfrenta hoy al mismo problema de las empresas de manufactura con alta dependencia de una cadena de suministro.

Para José Chaparro la inestabilidad en el suministro ha creado problemas de logística que enfrenta con creatividad debido a la tardanza de los productos para elaborar los sazones.

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“Lo que antes nos llegaba en un mes después de hacer la orden, ahora nos llega hasta tres meses más tarde. Así que estamos haciendo las órdenes en una forma que no afecte nuestra producción”, afirmó.

Aunque reconoció que “las cosas van mejorando” en cuanto al suministro, el costo de los productos sigue subiendo rápidamente de precio, poniendo presión a la compañía.
“Hemos tenido que hacer ajustes en muchas cosas”, dijo. Por ejemplo, hay algunos productos que hemos tenido que descontinuar por un tiempo debido al alza de los precios”, dijo.

La Criolla fue fundada en 1957 por el puertorriqueño Avelino Maldonado, quien años después muere en un accidente automovilístico y su esposa, Carmen, toma el timón de la empresa y la hace crecer.

Con el tiempo, La Criolla se convirtió en una de las empresas latinas insignia en la ciudad de Chicago, con presencia en Walmart, Mariano’s, Tony’s, Cermak Market y Jewell Osco, por solo mencionar algunos.

Bajo la dirección de Chaparro, La Criolla se reubicó en Alsip, donde se prepara la mezcla de los sazones y se distribuye a mercados en Illinois, Wisconsin e Indiana.
Paradójicamente, y a diferencia de muchas empresas latinas, el Covid-19 causó un impacto positivo en las ventas.

La orden de confinamiento, el cierre de restaurantes por el riesgo de contagios, el temor natural y una economía incierta, hicieron que las compras de productos en el mercado para cocinar en casa se convirtieran en una acción común que persiste entre los residentes de Chicago.

Pese al nuevo escenario de suministros, Chaparro no abandona el sueño de hacer de La Criolla “un patrimonio de Chicago, y que la gente la reconozca como una empresa hispana familiar”.

Mientras lidia con la subida de los precios de los productos y los problemas de transporte, Chaparro no deja de pensar en la expansión: “Seguimos buscando nuevas oportunidades para llevar a La Criolla más allá de los mercados donde estamos hoy”, afirmó.