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Juan Salgado ganador del premio de MacArthur Fellowship

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Fue una llamada que lo tomó por sorpresa. Juan Salgado había ganado el premio de MacArthur Fellowship. La noticia lo hizo sentir muy feliz, agradecido, al pensar en el esfuerzo de toda la gente a su alrededor.

“Cuando te llega un reconocimiento piensas en tus padres, los estudiantes que muchas ganas les echan, los maestros, la junta de directores, personas de la comunidad que nos apoyan”, afirmó el presidente del Instituto del Progreso Latino (IPL).
Juan asegura que pensó en esa “linda comunidad que tengo, y en qué bueno que se la está reconociendo a través de mi persona, a través de nuestra institución”.
Emocionado, pensando en todo eso, escuchó las razones por las que fue escogido y, a renglón seguido, le llegó  la otra sorpresa: el MacArthur venía acompañado de $625,000 dólares.  “No lo sabía. Me quedé sin palabras. Les dije:

‘¡Qué bueno!´ (para su organización)”, y ahí fue cuando le aclararon: “Esto es para ti personalmente”.
A Juan aún le cuesta trabajo asumir el hecho de haber sido uno de los dos elegidos para el Premio, pero nadie duda de su liderazgo comunitario, demostrado no solo en el impetuoso avance del IPL, sino también en su activo rol en los asuntos que más afectan a su gente y que desde inmigración y violencia hasta el desarrollo educacional.
En este último sentido, uno de los pasos más visibles que ha dado es la creación de una escuela para preparar trabajadores de la salud, enclavada en La Villita. Precisamente, el premio que otorga la MacArthur Foundation, con sede en Chicago, busca a personas que no solo han dejado su huella en la comunidad, sino que además tienen una visión de futuro.
“Yo puedo hablar bien del buen trabajo que hemos hecho, del trabajo en el que he estado al frente. Somos una organización creativa, que no acepta que los sistemas no funcionen para nuestra gente. Si el sistema no funciona, entonces vamos a encontrar la manera de probar que las cosas sí se pueden hacer para nuestro pueblo; no importa de dónde vienen, no importa el nivel de aprendizaje que tienen cuando llegan a nuestras puertas”, comentó.
Juan cree que la fundación MacArthur ha visto esta creatividad en el Instituto Progreso Latino, y una  habilidad de llegar a tener logros.
“Hay que analizar el sistema y ver dónde no está funcionando. Tú ves el sistema de colegios comunitarios, el sistema educacional, y tú te preguntas por qué los latinos son el 25 por ciento de la población en Chicago y nada más tiene un 1 o 2 por ciento de enfermeras. Dices: ´Algo anda mal´. Entonces uno investiga. Y en la investigación te das cuenta del maltrato.

Lo que nosotros hemos hecho es entrar a esa realidad que está viviendo nuestra comunidad, y es ahí donde identificamos todas las barreras que existen, todos los sistemas que tienen que ajustarse, cambiarse”, al frente. Somos una organización creativa, que no acepta que los sistemas no funcionen para nuestra gente. Si el sistema no funciona, entonces vamos a encontrar la manera de probar que las cosas sí se pueden hacer para nuestro pueblo; no importa de dónde vienen, no importa el nivel de aprendizaje que tienen cuando llegan a nuestras puertas”, comentó.
Juan cree que la fundación MacArthur ha visto esta creatividad en el Instituto Progreso Latino, y una  habilidad de llegar a tener logros.
Al propio tiempo, Juan considera “que [la fundación] tomó la decisión asumiendo que el futuro va a ser mejor que el pasado”, y así se lo toma él.

“Para mí, esto es un punto de partida, es una responsabilidad; es saber que mi vida todavía tiene el mejor proyecto por delante. Y tengo que reflexionar, orar, platicar y dejar que los demás también me guíen para que realmente se aproveche esto para el bien de todos, no solo del mío”.
Tal como asegura, su proyecto de vida es “hacer el impacto más grande posible dentro de la comunidad”. Entonces, según él, “[el premio] es una bendición” para ese proyecto de vida. Y al parecer, su plan de vida va mucho más allá que un centro educativo: ahora busca transmitir toda su experiencia a las nuevas generaciones.
Desde su punto de vista, “el liderazgo importa mucho, y el liderazgo dentro de nuestros jóvenes, importa muchísimo más”. Por eso adelanta que está buscando el tiempo para compartir sus experiencias con los jóvenes. “Nosotros sabemos que, a pesar de todo lo bueno que están haciendo el instituto y nuestras organizaciones, aún estamos lejos de tener un impacto que cambie las circunstancias de tantas familias que necesitan esa oportunidad”, aseveró.
El IPL tiene 38 años de existencia. Juan asumió su dirección en 2001, y le introdujo una nueva dinámica que lo ha convertido en una institución de respeto.  Al respecto, puntualizó: “Todo evoluciona. Hubiese sido un error seguir dirigiéndolo como se había hecho hasta ese momento. Siempre ha sido una organización linda, con buenos valores, sin embargo, todavía no era reconocida ni en la ciudad, ni en el estado, ni en la nación”.
Para Juan, quien lleva por dentro la inspiración de su madre, muy envuelta en la iglesia, y la de su padre, quien fundó una organización para regalar becas a jóvenes necesitados, aún queda mucho por hacer:
“Yo no estoy satisfecho. No estoy ni el 10 por ciento satisfecho, porque veo la realidad que viven nuestras familias, y el estar satisfecho —concluye— no cabe dentro de mi sueño para mi gente”