Redacción Negocios Now
Familias estadounidenses recurren a deudas de tarjetas de crédito, ahorros, préstamos de día de pago y opciones de “compre ahora, pague después” (BNPL) para pagar sus alimentos, opciones que podrían perjudicar su estabilidad financiera, indica un análisis del Urban Institute (UI).
En 2023, este tipo de endeudamiento fue cada vez más común, a medida que los hogares experimentaban una mayor inseguridad alimentaria. Muchos adultos pagaron sus compras de alimentos con sus tarjetas de crédito y no pudieron pagar sus facturas en su totalidad, afirma el informe de datos.
En una encuesta realizada para la investigación, el UI encontró que 6 de cada 10 adultos, 60.5 %, usaron tarjetas de crédito para comprar alimentos. Casi uno de cada cinco adultos, 19.3 %, informó que sus familias pagaron los alimentos durante el año pasado utilizando ahorros no destinados a gastos de rutina.
Los hogares que experimentan inseguridad alimentaria pueden tener acceso a menos recursos y necesitan recurrir a estrategias financieras más costosas para satisfacer sus necesidades diarias, advierte. Entre los adultos con muy baja seguridad alimentaria, más de la mitad, 51.3 %, utilizó ahorros para pagar los alimentos.
El sondeo encontró que al 21.5 % de los adultos que pagaron sus compras con tarjeta de crédito cubrieron menos del saldo total de la tarjeta, pero siempre realizaron el pago mínimo requerido, mientras que el 24.7 % no cubrió el pago mínimo.
La mitad de los que pagaron sus compras con una opción BNPL informaron haber faltado a un pago, 5.8 %, y 1 de cada 10 utilizó el efectivo de los préstamos de día de pago para pagar la compra.
“El crédito puede brindar a las familias un colchón financiero, pero tener un saldo renovable en la tarjeta de crédito puede ser un indicador temprano de dificultades financieras y socavar la capacidad de las familias para satisfacer sus necesidades básicas en el futuro”, dice.
Los adultos que no pagan el saldo total de su tarjeta de crédito incurren en intereses sobre el saldo que arrastran, lo que se ha vuelto más costoso para los consumidores desde que las tasas de interés promedio de las tarjetas de crédito aumentaron a un récord del 22.8 % el año pasado.
Destaca que los consumidores incurren en costos aún mayores si tienen un saldo de tarjeta de crédito sin realizar el pago mínimo, debido a cargos por pagos atrasados y tasas de interés de penalización. La deuda compuesta es más difícil de pagar, con mayores cargas a soportar durante un período más largo.
Respecto a otras formas de endeudamiento, el análisis expone que los préstamos de día de pago tienen períodos cortos de pago y altas tasas porcentuales anuales que los convierte en una opción costosa para las familias, con riesgo de socavar su estabilidad financiera a largo plazo.
Mientras tanto, las opciones de BNPL proporcionan crédito sin verificación y permiten dividir los pagos de las compras, pero, si los saldos no se pagan, se acumulan cargos por atrasos e intereses, o sobregiros bancarios. Su uso es señal de que los consumidores están extendiendo demasiado sus finanzas.
Tambien recurrir a los ahorros que no están destinados a gastos rutinarios para pagar los alimentos puede erosionar un recurso para afrontar futuras crisis financieras y ser otro indicio de inestabilidad financiera.
El análisis concluye que, idealmente, los ingresos de las familias deberían ser lo suficientemente altos como para pagar los alimentos, lo que no es posible en todos los casos, en especial para aquellas de bajos ingresos, que ya gastan casi un tercio de su presupuesto familiar en comida.
Si bien el acceso al crédito y al ahorro puede proporcionar a las familias un salvavidas, una red de seguridad más sólida ayudaría a más estadounidenses a llevar comida a sus mesas, afirma el análisis del UI, que, además, considera que fortalecer programas como el de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP) podría ayudar a prevenir esta tendencia.