Redacción Negocios Now
Las políticas comerciales del presidente Donald Trump, centradas en imponer aranceles y revertir décadas de libre comercio, han generado un clima de incertidumbre financiera que afecta directamente al sector que pretendía beneficiar: la manufactura estadounidense.
Empresas en todo el país están viendo cómo se frenan los pedidos internacionales, mientras compradores en el extranjero intentan descifrar las reglas cambiantes. Desde fabricantes de dispositivos médicos en Florida hasta productores de bicicletas en California, muchos reportan dificultades crecientes para fabricar y vender sus productos.
Aunque el Gobierno suspendió temporalmente algunos de los aranceles más agresivos, mientras aumentaba los dirigidos a China, el daño ya está hecho: los costos de producción suben y la demanda disminuye, tanto dentro como fuera del país.
El panorama económico nacional y global se está deteriorando rápidamente. La volatilidad de la política comercial ha desestabilizado los mercados financieros y ha sacudido el sistema global de comercio. La posibilidad de una recesión ha aumentado, el valor del dólar ha caído y los rendimientos del Tesoro han subido, reflejando la preocupación de los inversores sobre la fiabilidad del gobierno estadounidense.
Las empresas que comercian con China han sido las más golpeadas, especialmente tras la reciente imposición de un arancel del 145 %. Pero incluso compañías con relaciones comerciales en otras regiones reportan que sus clientes están actuando con cautela, posponiendo pedidos o cancelando envíos ante el temor de nuevas medidas inesperadas desde la Casa Blanca.
Paul Sadoff, dueño de Rock Lobster Cycles en Santa Cruz, California, que exporta bicicletas personalizadas a todo el mundo, lo resumió así en declaraciones a The Washington Post: “Esta incertidumbre constante de ‘ahora hay aranceles, ahora no’ ha sido dañina por sí sola. Mis pedidos se han frenado. ¿Por qué alguien en Japón, Australia o Canadá compraría una bicicleta estadounidense si todo podría cambiar otra vez la próxima semana? Es como si todo estuviera congelado”.
La Administración ha defendido su estrategia como una forma de revitalizar la industria nacional, argumentando que medidas drásticas son necesarias para reducir el déficit fiscal y recuperar algunos de los 4.5 millones de empleos fabriles perdidos desde el año 2000. El propio Trump ha admitido que este tipo de reestructuración puede generar “dolor económico a corto plazo”, pero asegura que representa una oportunidad para transformar el tejido productivo del país.
Sin embargo, muchas empresas manufactureras afirman que el optimismo inicial ha sido sustituido por un creciente temor ante la inestabilidad económica. La industria ya mostraba señales de debilidad en marzo, después de un breve repunte a principios de año cuando las compañías se apresuraron a adelantarse a los aranceles. Ahora, asociaciones industriales informan que reciben cada vez más llamadas de empresas preocupadas por pedidos cancelados y el freno al crecimiento.
“Cuando se imponen aranceles y luego se retiran repetidamente, el impacto inicial se convierte en desconfianza”, explicó a The Post Suzanne Shriner, presidenta de Lions Gate Farms, exportadora de café Kona cultivado en Hawái a Asia y Europa. “Llevamos más de 20 años exportando internacionalmente y, de repente, nuestros mercados están cerrándose”.