El Programa de Protección de Cheques de Pago (PPP), un paquete de ayuda federal a las pequeñas empresas ante la crisis por coronavirus, incluido en la Ley Cares, no cumplió con su objetivo en la primera entrega y difícilmente corregirá sus fallas en su segunda versión, asegura un análisis de Urban Institute.
El apoyo inicial por $349 mil millones de dólares ofrecía préstamos a bajo interés a pequeños empresas y organizaciones sin fines de lucro, con la sola condición de mantener o restaurar sus niveles de empleo y salario a tiempo completo. Un segundo paquete de alivio fue por un monto adicional de $310 mil millones.
Para el 16 de abril, 20 días después de su promulgación, el PPP había desembolsado todo el monto asignado, dejando una larga lista de solicitantes de ayuda sin respuesta. El estudio indica que el primer error fue agregar dinero adicional a un programa con deficiencias bien entendidas, debido a que los dólares de la primera ronda no fluyeron a los sectores más afectados por la crisis de COVID-19.
La industria de alojamiento y alimentos recibió solo el 9 por ciento de los fondos del PPP, a pesar de representar casi dos tercios de todos los empleos perdidos en los sectores atendidos con el programa. Por el contrario, el sector de servicios profesionales, científicos y técnicos, que en realidad ganó 7,500 empleos en marzo, recibió el segundo mayor monto de dólares.
Otros sectores, como la construcción recibió el 14% de dólares del PPP, y la manufactura 12%, ambos experimentaron proporcionalmente menos pérdida de empleos en marzo. La distribución de recursos tampoco se alineó con las áreas del país más afectadas por las consecuencias económicas de la pandemia, dice UI.
Precisa que los dos estados con el mayor número de solicitudes de beneficios por desempleo, entre el 15 de marzo y el 11 de abril, recibieron una cantidad proporcionalmente menor de dólares PPP. California tuvo el 14.8 % de los reclamos por desempleo del país, pero solo el 8.4 % de los préstamos, mientras que Nueva York el 10.6 % de las solicitudes y solo el 4.7 % de los préstamos.
Urban Institute asegura que el diseño del programa careció de orientación según la necesidad, y cerca de 100 empresas que recibieron préstamos no eran pequeños negocios. El escaso control del proceso permitió la inscripción de compañías, y el enfoque priorizo la velocidad y la escala sobre la necesidad. “Es posible que nunca sepamos el alcance de los problemas de equidad del PPP”, dice.
Los prestamistas que distribuyen fondos PPP priorizaron a sus propios clientes y a los que tenían líneas de crédito (en parte debido a la falta de claridad en las reglas que el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos proporcionó inicialmente). Los bancos favorecieron préstamos de mayor tamaño primero, y el programa no proporcionó una guía efectiva y barreras de protección para deshabilitar este sesgo.
“El PPP fue una herramienta de política crítica para un colapso económico sin precedentes, y la adición de fondos era necesaria, así como su rápida distribución”, expone UI. No obstante, insiste en que la velocidad no tenia por qué estar reñida con la eficiencia, reprueba que el programa no utilizará adecuadamente los enormes fondos otorgados, y asegura que su aplicación puede empeorar la desigualdad a largo plazo.