Redacción Negocios Now
Los satélites activos en las órbitas más bajas de la Tierra deben realizar cada vez un mayor número de maniobras para esquivar desechos abandonados, un problema que se incrementó el año pasado cuando se superó la cifra de lanzamientos y, con ello, el aumento de la basura espacial.
En su informe anual, la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) advierte que, a medida que el número de satélites en órbita terrestre baja (LEO) aumenta exponencialmente, también lo hacen los desechos, lo que tiene consecuencias potencialmente catastróficas.
La cantidad de basura espacial en órbita aumenta con rapidez, y actualmente, las redes de vigilancia espacial rastrean unos 35,000 objetos. De ellos, cerca de 9,100 son cargas útiles activas y los otros 26,000, fragmentos de desechos de más de 10 centímetros de tamaño, explica.
“Un trozo de basura mayor de un centímetro puede causar daños catastróficos, y el número real de objetos espaciales de ese tamaño supera el millón”, indica. El número de satélites lanzados en 2023 fue mayor al de cualquier año precedente, de ahí el aumento de la basura espacial.
La ESA asegura que la adopción de medidas de reducción de la basura espacial está mejorando lentamente, sin embargo, aún no es suficiente para detener el aumento de la cantidad y el volumen de desechos espaciales.
“Los satélites que permanecen en su órbita operativa al final de su misión corren el riesgo de fragmentarse en nubes de desechos que permanecen durante años. Esto obliga a los aún activos a realizar cada vez más maniobras para evitar colisiones, y esquivar a otros satélites y trozos de basura espacial”, dice.
El lugar más poblado de satélites y basura es la órbita terrestre baja, donde se ubican dos tercios de todos los satélites activos, en concreto, más de 6,000 están situados actualmente entre altitudes de 500 y 600 kilómetros.
Una tendencia que se mantendrá, ya que la mayoría de los nuevos satélites lanzados en 2023 se dirigieron a estas órbitas para formar parte de grandes constelaciones comerciales de comunicaciones.
Cualquier colisión o explosión que genere un gran número de fragmentos de desechos “sería catastrófica para todos los satélites que compartan una órbita congestionada, así como para todas las naves espaciales que tengan que pasar por esas órbitas”, señala.
En las órbitas terrestres bajas, el número de incidentes que desencadenan procedimientos para evitar colisiones va en aumento, en parte, por la creciente congestión del tráfico y, en otra, por la cantidad cada vez mayor de desechos.
Pese a los esfuerzos de mitigación, no hay suficientes satélites que abandonen esas órbitas congestionadas al final de su vida útil. Sin más cambios, el comportamiento colectivo de las entidades que operan en el espacio (empresas privadas y agencias nacionales) es insostenible a largo plazo, dice la ESA.
El organismo destacó que existe un consenso “cada vez mayor sobre la necesidad de aplicar prácticas más estrictas de reducción de la basura espacial en todo el mundo para que las actividades espaciales sigan siendo viables”. El objetivo es imprescindible cuando las aspiraciones espaciales se dirigen ahora a la Luna.
“Son planes que requieren mantener las órbitas terrestres bajas seguras para el paso de los astronautas, además de limpio el espacio entre la Tierra y la Luna, que se está convirtiendo en un área de creciente importancia”, precisa.
La ESA tiene el objetivo de limitar “significativamente” la producción de basura en las órbitas terrestre y lunar de todas las misiones, programas y actividades futuras para 2030 a través de su Enfoque Cero Basura, reitera en el informe.