Redacción Negocios Now
A pesar del impacto masivo de la electrificación en la industria automotriz, la “huella de producción de vehículos eléctricos” será favorable para todas las empresas en la región de América del Norte hasta finalizar la presente década, estima un análisis de la Reserva Federal del Banco de Chicago.
En su publicación mensual “Perspectivas Económicas”, la entidad presenta un estudio sobre la transición de la fabricación de vehículos propulsados por gasolina a la producción de vehículos eléctricos en el mediano plazo, en el cual destaca cierta incertidumbre en torno al ritmo y el tiempo en que se obtendrá.
“Es difícil estimar cuándo la gran mayoría de los vehículos nuevos serán vehículos eléctricos”, dice. “Parte de esta incertidumbre se debe a que los productores de vehículos ligeros y los nuevos fabricantes de vehículos eléctricos puros, enfrentan la transición de manera diferente”.
El análisis, realizado por Thomas H. Klier, economista principal, y James M. Rubenstein, profesor emérito de geografía de la Universidad Miami, Ohio, menciona varios temas a resolver para alcanzar la transición, como el financiamiento y el impacto de la economía local, por ejemplo.
Asimismo, distingue como factores clave (los que dieron forma a la geografía de la producción de vehículos de combustión interna) a la economía de aglomeración, es decir, la asociación de actividades productivas cercanas y las economías de escala, donde el volumen de fabricación influye en el costo unitario de la misma.
La industria automotriz estadounidense en transición está formada por la región de América del Norte, que comprende Canadá y Mexico; el carril norte del automóvil, integrada por Illinois, Indiana, Michigan y Ohio, y la zona sur, formada por Alabama, Georgia, Kentucky, Mississippi, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Tennessee.
Esa industria produce varios tipos de vehículos: con motor de combustión interna (ICE, por sus siglas en inglés); eléctricos híbridos (HEV, por sus siglas en inglés); con motor de gasolina y una pequeña batería; híbridos enchufables (PHEV, por sus siglas en inglés); con motores eléctrico y de gasolina; totalmente eléctricos con una batería eléctrica (BEV, por sus siglas en inglés), y eléctricos de pila de combustible de hidrógeno.
En 2023, los vehículos ICE representaron el 76,9 % de los casi 15,6 millones de vehículos ligeros ensamblados en América del Norte; los HEV, el 13,5 % por su segundo lugar en el volumen total ensamblado; los BEV, un 7,2 %, y los PHEV, un 2, 4 %.
Estados Unidos tuvo una participación desproporcionadamente grande en la producción de BEV, HEV y PHEV en América del Norte, en comparación con su producción de vehículos ICE. En contraste, la participación de Canadá y México fue mayor en la producción de vehículos ICE y baja en otros tipos de vehículos.
Las plantas de ensamblaje ubicadas en Estados Unidos fueron responsables del 89,9 % de los BEV producidos en América del Norte, y del 61,5 % de los vehículos ICE. Por el contrario, las plantas de México produjeron el 27,6 % de vehículos ICE de la región, pero sólo el 9,9 % de los BEV.
Ese mismo año, crecieron los pronósticos favorables para la industria automotriz en los seis años que le restan a la década. S&P Global Mobility fijó un aumento del 4,8 % en el ensamblaje general de vehículos ligeros, de 15,6 millones en 2023 a 16,4 millones en 2029, con disminución de vehículos ICE a más de la mitad, de 12 millones a 5,2 millones.
Por el contrario, se proyectó que el ensamblaje de BEV durante los siguientes seis años aumentaría de 7,2 % en 2023 al 44,4 % en 2029, más de seis veces, de 1,1 millones a 7,3 millones, y la proporción de la producción total de vehículos ICE disminuiría de tres cuartos en 2023 a menos de un tercio en 2029.
Los pronósticos ubicaron a las armadoras estadounidenses con la mayor parte de la nueva producción de vehículos eléctricos en 2029, mientras que a México y Canadá, con participaciones pequeñas. Sin embargo, según el análisis, “sorprendentemente se esperan pocos cambios en la geografía de la producción”.
El reporte menciona tres factores “especialmente importantes para llegar a la conclusión de que es probable que sólo se produzcan cambios modestos y selectivos en la distribución de la producción de vehículos ligeros en América del Norte, al menos hasta finales de la década”:
En primer lugar, y a pesar de la expectativa de un aumento en la producción en más de seis millones de BEV y la disminución en igual cantidad de ICE, muy pocas plantas de ensamblaje final abrirán o cerrarán en los próximos años, debido a que los fabricantes las están utilizando para acomodar la producción de BEV.
En segundo lugar, aunque las plantas de sistemas de propulsión normalmente no se convierten de motores a baterías, se construyen ambas en ubicaciones similares para compartir su ubicación con las ensambladoras.
Y en tercer lugar, el aumento de la producción de híbridos, que contienen motores de gasolina y baterías, sugiere también diferencias menores que limitarán aún más los cambios en la geografía de la producción de vehículos de motor en América del Norte.
“Habrá cambios mínimos en la huella de la industria a mediano plazo. Las plantas de montaje existentes podrán dar cabida a la producción de vehículos con sistemas de propulsión distintos del motor de combustión interna”, dice el reporte de la Fed del Banco de Chicago.