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Carlos Currea y el crowdfunding que inició en 1871

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La palabra crowdfunding sigue de moda. Y parece que llegó para quedarse. El concepto es bastante atractivo como para perdurar por largo tiempo. Digamos que usted tiene un buen proyecto en mente, no tiene acceso a un préstamo bancario y recauda fondos de toda persona interesada en apoyarlo.

El crowdfunding se usa para diversos propósitos: campañas políticas, proyectos caritativos, viviendas, escuelas, dispensarios y hasta para iniciar pequeños negocios.

Carlos Currea es de esos emprendedores que vive contagiado con la fiebre del crowdfunding, una opción tomada en cuenta por muchos que intentan cumplir sus sueños con dinero colectivo. Pero a sus 25 años, y con una visión de futuro, este joven considera que el nivel de fracasos, alrededor del 90 por ciento, sigue siendo demasiado alto.

Aunque apuesta por el crowdfunding, se ha dado cuenta de que, en la mayoría de los casos, los donantes no salen del entorno familiar y los amigos. Entonces se preguntó a sí mismo, ¿cuál es la solución intermedia? Halló la respuesta: la comunidad.

“Creemos que la comunidad es un nivel de relación más alto que tu familia y tus amigos, pero no tan ambiguo como el mundo como tal”, afirma. Loqalus, la aplicación que desarrolla en 1871, vendría a resolver el problema. Básicamente, la idea es conectar a quienes buscan recursos para proyectos locales, de su propia comunidad.

“Nuestra solución es crear una plataforma en donde la gente pueda ver los proyectos que están dentro de su comunidad. Creemos que esa conexión va a disminuir el porcentaje de fracasos”, asegura, al tiempo que vaticina que si innovadores como él se animaran a cambiar el espacio, “de aquí a 5 o 10 años esto sería algo dominante, como ordenar películas por Internet”.

Y lo ilustra con este ejemplo: “Si en mi vecindario hay un artista que quiere pintar un mural y necesita $10 000 dólares, la probabilidad de que yo quiera donarle a él va a ser más alta que si alguien quisiera hacer lo mismo en Nueva York, porque él vive en mi comunidad. A lo anterior —remarca— añadimos otro elemento, que es ver los perfiles: quién es esa persona, su foto, una descripción, sus gustos, etc.”

Currea es consciente de que el éxito de Loqalus también depende del volumen de tráfico web. “Por eso —puntualiza— añadimos discusión y eventos de la comunidad, para fomentar ese nivel de comunidad orgánica que ya existe en los vecindarios. Hay que trasladarlo a Internet de una manera que sea fácil de ver, fácil de participar y fácil de integrar al crowdfunding”.

A comienzos de este 2016, Currea y su equipo terminaron de crear la primera versión de la aplicación. “Tenemos la versión alpha completa, contamos con un team de cinco personas y ahora mismo buscamos desarrolladores web adicionales”, comenta, al tiempo que afirma que le encantaría adquirir fondos para expandir la idea.

“En este momento, eso es una prioridad grande, pero a largo plazo, me gustaría ver que la gente, digamos, un músico que hace un trabajo que odia, pueda ir a Logalus. Si necesita a alguien que toca la batería, podría encontrarlo fácilmente. Después, cuando ese músico haga sus shows, podría anunciar: ‘Voy a tocar en la comunidad’. La aplicación notificaría a uno sobre eso. Finalmente, cuando el músico ya haya hecho varios espectáculos y sienta que tiene muchos seguidores, podría crear una campaña y recibir donaciones para crear un álbum”, ejemplifica.

Este emprendedor considera que “se trata de facilitar el intercambio de los recursos de una comunidad de una manera fácil, sin barreras. O sea, queremos lograr que cualquier persona que quiera participar más activamente en su comunidad, pueda hacerlo”.

Carlos Currea estudió Ciencias Políticas y Economía. Según relata, cuando salió de la universidad y entró al mercado laboral, se encontró con una escalera muy alta que subir. Mientras buscaba algo que se alineara con su visión, consiguió una internship cuya misión era ajuntar personas para compartir, cenar juntos y crear una comunidad.

Al tiempo que trabajaba con ellos, visitaba su universidad, donde impartió una conferencia sobre crowdfunding. “Allí, refiere, alguna gente se interesó en el concepto, me dijeron que era una buena idea, y fue así como empezó todo”.

Aunque dice no pertenecer al mundo tecnológico, confiesa que ve a la tecnología como una herramienta para facilitar cosas más importantes. “Siempre he querido hacer una diferencia. Creo que hay muchos males por resolver, y me encantaría crear innovaciones que puedan mejorar esas cosas”, enfatiza.

Precisamente, una de esas innovaciones sería Logalus, aplicación que, según Currea, tendría como principal ventaja la de “centralizar talentos y conceptos que son innovadores, y ofrecerles las herramientas necesarias para llevar una empresa al éxito”.

 Por Migdalis Pérez