Su diversidad, su músculo cultural, su sazón gastronómico, la cercanía al Downtown de Chicago y el calor de su gente, hacen de Pilsen uno de los sitios más atractivos para cualquier tipo de negocio.
Cuando hace 50 años Martha Saucedo abrió La Casa del Pueblo en Blue Island Ave. y la 18 St, dentro del mercado de igual nombre, el Pilsen de entonces era diferente al de hoy.
“En esa época nuestros clientes eran principalmente mexicano-texanos. Gustaban más del hot dog, y mi madre y yo luchamos para que la gente comiera comida casera”, sonríe.
Pese a los inconvenientes, el negocio familiar creció. De un establecimiento de “taco parado, sin sillas ni mesas”, La Casa del Pueblo se convirtió en un reputado restaurante y un claro ejemplo de éxito empresarial.
“Por medio siglo hemos crecido todos los años, dijo Martha. Y esto ha sido posible gracias a Pilsen, a pesar de los problemas de pandillas que con el tiempo han ido desapareciendo.
Martha dijo estar convencida de haber escogido el lugar apropiado para el negocio. “Es grato ver que nuestros comensales también son anglosajones que gustan de la comida mexicana. Pilsen está cambiando, afortunadamente para bien”.
Daniel Solís, concejal del Distrito 25, al que pertenece Pilsen, destacó que este vecindario tiene “una vibrante cultura de emprendimiento que continua estimulando el turismo local, apoyando la sostenibilidad, así como las conexiones a las oportunidades de innovación”.
En su opinión, el impacto social y económico de la iniciativa empresarial en el Distrito 25 ha dado lugar a crear puestos de trabajo, ampliar la participación en las redes de emprendedores, la inversión en proyectos comunitarios y aportación a organizaciones benéficas locales.
“Además de mejoras fundamentales como la modernización de infraestructura, escuelas, parques, aceras y servicios de reciclaje en toda la ciudad, que contribuyen a una comunidad saludable para vivir, trabajar y jugar. En suma los empresarios del vecindario están ayudando a la comunidad de Pilsen a crecer”.
María Molina tiene palabras benditas para Pilsen a la hora de hablar de su Don Churro El Moro de Letrán.
“Es un lugar cien por ciento bueno para abrir negocio, el ambiente del barrio y su gente son un estímulo tremendo”, asegura.
Y lo dice una mujer que en los 80 tomó el timón de Don Churro tras comprárselo a su dueño original y lo ha llevado a una popularidad insólita, con la ayuda de su esposo y sus hijos Edwing, Claudia y Juan Jr.
Pero la historia empresarial de los Molina enseña que no basta vivir en un Pilsen bondadoso para transitar por el camino del éxito.
“Hay días en que producimos 10,000 churros. El 70 por ciento de nuestra producción es a mano. Creo que, en parte, ahí está el secreto del éxito, además de echarle mucha gana”.
Greater Pilsen Development Assocation, una cámara de comercio que nació hace un año para ayudar a los comerciantes, es consciente del potencial que ofrece Pilsen para los negocios.
“Nuestro objetivo es ayudar a los negocios. Estamos buscando incrementar la membresía para juntos trabajar en este objetivo y al tiempo damos la bienvenida y apoyamos todo negocio que quiera establecerse en el barrio. Mientras más negocios tendremos, habrá más tráfico”, afirmó Gus Drupas, miembro de la mesa directiva de GPDA.
Gus describe el apoyo en varias direcciones, especialmente en ramas críticas para los negocios como mercadotecnia y las ventas. Por otra parte, GPDA busca que la ciudad ofrezca la condición de Area de Servicio Especial a la calle 18 y parte de la Blue Island.
“Estamos muy esperanzado en que nos den esta condición. Tendremos una comunidad más bonita y fuerte. Buscamos integrar a la comunidad, trabajar unidos como el principal abono para crecer como comunidad.
Eliazar Delgado, propietario del emblemático café Jumping Bean, en la calle 18, figura entre los que aplaude todo el esfuerzo por mejorar el barrio.
“Cuando en 1994 abrí el café, en la 18 había puro establecimientos para vender tacos, panadería y dulcería. Creo que entonces los vecinos no eran muy abierto a aceptar lo nuevo”, comentó.
Pero con el tiempo Pilsen fue cambiando y después de mucho trabajar, incluso bajo amenazas de pandilleros querían que saliera de aquí, el Jumping bean fue aceptado”, recordó.
“Hoy es vigilado (por la policía), más limpio y abierto a gente de todo tipo. Es un barrio donde encuentras una diversidad, pero con profundas raíces mexicanas”.
Eleazar lo dice con el corazón del empresario solitario que en un minuto lavaba trastes y en el otro servía un sándwich, al emprendedor de hoy que emplea a 14 trabajadores, entre ellos 7 de tiempo completo.
“Nadie debe tener miedo de invertir en el barrio. Yo lo he visto crecer de una comunidad cerrada a lo que es hoy, un Pilsen abierto a la diversidad de los negocios, vibrante, con identidad propia. (Por Clemente Nicado)
NN