El Senado de Estados Unidos aprobó definitivamente el tratado comercial T-MEC con México y Canadá, una versión modificada del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que estaba en vigor desde 1994 y que Trump obligó a revisar bajo amenaza de retirar al país del acuerdo trilateral.
En sesión -el pasado 16 de enero- el Senado, dominado por los republicanos, aprobó el texto por 89 votos a favor y 10 en contra, con lo que el tratado pasó al despacho del presidente para su firma. El T-MEC se firmó el 30 de noviembre de 2018, se ratificó por México en junio del 2019, y se agregaron enmiendas y un nuevo protocolo a la relación méxico-estadounidense el 10 de diciembre.
En el Congreso de Estados Unidos se complicó su confirmación debido a que los legisladores demócratas solicitaron previsiones para asegurar el cumplimiento de una reforma laboral mexicana, exigida para evitar competencia desleal con los trabajadores estadounidenses, y mayor protección al medio ambiente, respuesta que obtuvieron con las modificaciones de diciembre.
Después de esas enmiendas, la Cámara de Representantes dio su visto bueno al acuerdo comercial con el apoyo de la mayoría demócrata. La versión final fue ratificada por el Senado mexicano el 12 de diciembre, en tanto Canadá ha prometido confirmar el acuerdo una vez que Estados Unidos lo haya adoptado.
Entre las novedades, el T-MEC refuerza el porcentaje de componentes de automóviles que deben producirse en la región (del 62.5 % previo al 75 %), se exige que en gran parte del sector automotriz el salario mínimo de los empleados suba progresivamente hasta 16 dólares la hora en 2023 (para frenar mano de obra barata en México) y cuenta con una cláusula de revisión del pacto a los 6 años.
En los últimos 25 años, la integración con sus vecinos del norte ha sido clave para México, que multiplicó exponencialmente sus ventas a Estados Unidos hacia donde envía la mayor parte de sus exportaciones, en particular bienes manufacturados y productos agrícolas.