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Pepe Vargas: “Llegaremos al festival 50”

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Por Clemente Nicado

 

Odia que al Festival de Cine Iberoamericano de Chicago lo llamen el “Festival de Pepe”.  Este creador colombiano insiste en que no ha construido él solo un monumento cultural para la comunidad hispana. “El festival es de todos, es un proyecto que se hace a nombre de la comunidad. Todos juntos empujamos todo a la misma dirección, para que esto sea más grande y responda a lo que necesitamos: tener gente que lo vea”. Es una parte de la verdad, pero hay otra incuestionable: el Festival no habría recorrido la ruta de sus casi 30 años, con la elevada reputación nacional que ahora tiene, si no fuera por la audacia de este abogado para tomar firme el timón del proyecto. Conversamos largo con un alma apasionada del cine latino en Estados Unidos y el fundador y director del International Latino Cultural Center de Chicago. Estos son los pasajes chispeantes de un torrente de experiencias compartidas en exclusiva para Negocios Now.

¿Satisfecho de los 30 años del Festival?

Hemos llegado al festival 29 del Chicago Latino. Para muchos fue una ilusión pensarlo. Para mí era un sueño y creo que llegaremos al festival 50. Y a mí no me preocupa que yo esté o no acá. La  preocupación es que el festival sea mejor cada vez, porque es un arma cultural para decir realmente lo que somos los latinos, ofrecer lo que tenemos y miren como somos. Una vez que la gente te mira y se da cuenta lo que eres, no tiene otra alternativa que respetarte. Y si te siguen discriminando, hay que moverse a un lado y que sigan con su rollo. Tampoco hay que pelearse con ellos.

 

¿Ha rebasado el festival las fronteras latinas?

El festival rebasa las fronteras latinas, que los no latinos entiendan nuestra cultura, quiénes somos y de dónde venimos. Que las películas vengan subtituladas y las compartamos. Es un evento que ha cumplido 29 años, dice algo en sí mismo ¿no? Cuando digo que es un sueño llegar a los 50 no creo que sea una ilusión, es algo realizable. En este momento asisten más de 30 mil personas en dos semanas. Todo es relativo, en comparación, debería ser medio millón. Estamos en un país donde el interés por el cine extranjero es cercano a cero. La gente está bombardeada por toda actuación de Hollywood y corre todos los viernes a ver qué es lo último. El cine extranjero tiene un potencial de público muy bajo. Sin embargo existe. Empezamos con 500 personas que asistieron al primer festival. Y ha seguido creciendo. Y el número se acerca a los  40 mil espectadores.

 

¿Cuál es la diferencia con el cine de Hollywood?

La realidad es que es un público selecto, al que le interesan estas historias y aprenden. Son películas que te tocan, de ninguna manera aburridas. Las películas de Hollywood son hechas básicamente para el entretenimiento. Y a eso le ponen una alta dosis de sexo, ruido, vulgaridad, violencia. Excepcionalmente encuentras una película que te toque el corazón y te deje el alma con ganas de seguir viviendo. Las películas del festival tienen personajes que te tocan. Odias a uno o quieres a otro, es la gran diferencia con las películas de Hollywood, hechas para ganar dinero con una fórmula mínima de entretener a la gente.

 

¿Cómo era el festival antes de tu llegada?

Lo agarré en el segundo año, me llamaron a que lo dirigiera. La Universidad de San Agustín era pequeña, en los años 80. Y el festival no funcionó como un arma de reclutamiento. El primero se hizo con presupuesto de 10 mil dólares. Al segundo asistieron cerca de tres mil personas. Se recuperó algo de la inversión de otros 10 mil dólares. Descubrí la importancia de los subtítulos; y era una cosa fácil. Había muchas películas en esa época: la actividad política fue intensa en Latinoamérica, la era de los militares, de las dictaduras y toda esa vía. No les interesó obviamente. El año siguiente el festival pasó con un gran éxito. Allí nació la necesidad de seguir adelante.

 

¿Cómo fue su historia personal hace 30 años?

La idea mía no puede ser el resultado de un individuo. Se transformó y vi la necesidad de crear una organización. Se creó “Chicago Latino Cinema”. Yo llegué en el año 80 a EEUU. Viví en Los Ángeles. Antes vivía en México. Soy colombiano pero terminé de crecer en Argentina. Me hice abogado allá. Ahora conozco casi todo el continente, conozco nuestra gente. He viajado mucho. Entonces tenía la inquietud de llegar a un país como Estados Unidos donde la discriminación es un hecho muy aberrante, insoportable. Yo fui esclavo en un restaurante. Catorce mexicanos y yo. Me trataban igual que a los mexicanos. Pero tuve la suerte de que el Chicago Sun-Time me publicara unos artículos que escribí. Entonces la gente del restaurante vio mi nombre en el periódico y no lo podían creer. Era un hecho inconcebible y  tuvieron que digerirlo. Y, a partir de ahí me trataron como a un ser humano de un día para otro.

 

¿El éxito del festival es reflejo de su vida?

Yo estudié televisión y periodismo en el Columbia College y después, al final, tomé clases de cine. Tomo el Festival a partir del segundo año y le cambiamos el nombre, porque se llamaba Hispanic Film Festival. Ahora el festival es de todos. Es un proyecto que se hace a nombre de la comunidad. ¿Cómo puedo hacer que esto mejore? Lo comparto con la Junta Directiva, con muchos voluntarios, y colaboramos con muchas instituciones. Todos juntos empujamos todo en la misma dirección, para que esto sea más grande y responda a lo que necesitamos.

 

¿Cuáles son las lecciones de ese camino?

Además de las películas nació el “Internacional Latino Cultural Center”. En este momento tenemos un festival de música, espectáculos de comedias, exhibición de arte, obras de teatro, presentación de libros, nuestros programas le llegan a 60 mil personas. El festival de cine pasa de 30 mil personas, el festival de música son más de 10 mil personas, cine en  el parque en el verano, etc. El festival de cine se transforma en una organización que ofrece una programación multicultural y multinacional a través de todo el año.

 

¿Cómo llega a sus 30 años?

Seguimos activando este tipo de política, yo diría de filosofía o agenda. En el 30 aniversario lo que puedo asegurar es que va a ser mejor. Es nuevo es diferente y ese es un reto que siempre lo asumimos. Tiene que ser fresco. No queremos una cosa decrépita que con el tiempo va pasando y es la misma cosa y va a terminar en una rutina sin sentido. Estamos trabajando con algo que es sagrado: son las ideas, son los sueños de nuestra gente, plasmado en expresiones artísticas.

 

¿Qué significa su liderazgo?

Me obliga actuar con una ética incuestionable. A mí el dinero no me interesa y tampoco el éxito de una sociedad como esta, capitalista, que se mide por el dinero, cuánto tienen y cuántos millones acumulan. Me interesa cuánta diferencia hacemos, cómo mejoramos la  vida de los demás; cómo el nivel social trasciende; cómo se vive en paz, cómo se bajan las tasas de criminalidad y de analfabetismo; cómo la gente vive mejor y es más saludable. Chicago no puede seguir viviendo a oscuras sin  el impacto cultural de una comunidad que ya es la tercera parte de su población.

 

¿Y el cine?

Es una forma de expresión artística muy importante, con un gran poder de transmitir ideas. Lo mismo sucede con la música, la literatura, la escultura, y la poesía; tenemos grandes escritores, poetas, pintores, escultores, cómicos, compositores, cantantes, actores, etc. En conclusión, tenemos mucho que ofrecer y mucho por hacer; todo esto me da vida, me motiva para seguir trabajando con entusiasmo por un futuro mejor, y por dejar un legado para las generaciones que vendrán después de nosotros.